Tema: Fija tus ojos en Cristo.
El tema del culto es también el título del himno mas corto del
himnario adventista:
Fija tus ojos en Cristo
tan lleno de gracia y amor
y lo terrenal sin valor será
a la luz del glorioso Señor.
Es un himno muy pequeño pero con un mensaje muy grande.
Hay necesidad de ver a Jesús pero lamentablemente a menudo fijamos la
vista en lo humano, en los humanos. Y la hermana Elena de White nos
dice que el mismo Dios permite en ocasiones que los hombres en los que
nosotros ponemos nuestra confianza nos traicionen para que aprendamos
a confiar en el que nunca nos falla, en Jesús.
Hebreos 2,1-2.
Colosenses 3,1-2.
Elena de White narra que cuando en sus visiones veía a Jesús, veía
encantos incomparables. Cristo nunca fue rudo, nunca causó una pena
innecesaria a nadie. Decía la verdad pero la decía con amor. Hasta
las bestias estaban mas tranquilas en su presencia.
Aquí va una regla nemotécnica que nos va a facilitar el aprendizaje
de tres cosas:
- una cosa es como nos vemos nosotros.
- otra cosa es como nos ven los demás.
- otra cosa es como nos ve Dios.
Cuando a Samuel le encomendaron de ir a unjir al nuevo rey de Israel y
llegó a la casa del patriarca llamado Isaí, ve a un joven alto,
guapo, rubio y se dice para él mismo: éste es.
Dios le dice a Samuel que se equivoca de persona, y ¿por qué? Porque
Samuel, como nosotros, miró lo que tenia delante de sus ojos, pero
Jehová va mas allá, mira el interior, mira el corazón.
El siguiente pensamiento tiene estas tres claves:
- si quieres desanimarte, mirate a ti mismo.
- si quieres decepcionarte, mira a los demás.
- si quieres salvarte, mira a Jesús.
El siguiente pensamiento nos habla de Moisés que estuvo:
- 40 años tratando de ser alguien.
- 40 desaprendiendo para llegar a ser nadie.
- y 40 más aprendiendo lo que Dios puede hacer con nadie.
Vamos a hablar de un pasaje en el que Jesús desde la orilla
contemplaba aquella barca con su "preciosa carga".
¿Qué somos nosotros para Jesus? Como dicen las escrituras
refiriéndose a los discípulos cuando salieron en la barca a pescar,
nosotros, como los discípulos en aquel momento, somos su preciosa
carga.
Cuando sumidos en la tormenta los discípulos, llenos de miedo, ven que
Jesús caminando sobre el agua, se acerca, ellos temen.
Jesús les dice: no temáis, soy yo. Luego ante la incredulidad de
Pedro, lo invita a venir hacia él y cuando caminando sobre el agua
mira hacia atrás, al perderlo de vista, se hunde.
No podemos perder de vista al Señor porque nos hundimos.
En este momento en el que Pedro empieza a hundirse, aparece la oración
mas corta de la Biblia; Jesús sálvame.
Cuando hacemos oración mas vale un corazón sin palabras, que unas
palabras sin corazón.
En la vida de Jesús dicen las escrituras que se la paso predicando,
pero lo que mas hizo fue sanar, fue médico.
¿que fue lo que hizo el paralítico en el lago de Betesla?
Elena de White dice que fueron sus malos hábitos lo que lo llevaron a
ese estado.
Jesús le pregunta si quiere ser sano, y él sin saber que quien tenía
delante era el mismísimo Jesús, le dice que no tiene nadie para que
lo metiera en el estanque, esperando recibir ayuda para poder llegar
al agua milagrosa. Y Jesús respondío, toma tu lecho y anda. Aquel
hombre obedeció y se produjo el milagro.
Aquella zona del estanque se conocía con el nombre de la casa de la
misericordia, pero se convirtió en la casa de la competencia, una
competencia para ver quien llegaba primero y conseguia sanar. De
misericordia a competencia.
En nuestra vida, la competencia esta presente en muchos aspectos.
Muchas personas viven su vida como una continua competencia.
La Biblia nos recomienda en mas de un versículo poner nuestra mira en
las cosas de arriba. Y ahí arriba Jesús nos ve a todos, mujeres,
hombres, ancianos, niños, buenos, malos, al que lo acepta y al que lo
niega. Y con todos, nuestras miradas se cruzan.
Recordemos que cuando Pedro niega a Jesus se sintió muy mal, culpable
y esperaba que Jesus lo reprendiera, pero cuando se cruzaron sus
miradas él encontró una mirada de perdón, una mirada salvadora.
Fijemos nuestra mirada en Jesús y encontraremos nosotros también esa
mirada salvadora.
Amén.